Aspectos pedagógicos
Como ya hemos mencionado anteriormente, nos encontramos ante la etapa más espléndida del desarrollo de un niño lleno de posibilidades, que nos sorprende continuamente.
Son seres únicos, pues a pesar de poseer una misma edad
cronológica, su ritmo madurativo, el entorno en el que se hayan inmersos, las situaciones socio-familiares y las interacciones que realizan, los individualizan.
Por todo ello la educación que les ofrecemos tiene que partir del
conocimiento de los mismos, pero no como figuras aisladas, sino dentro de un mundo más amplio (sociedad, familia, entorno), aspectos que nos llevan constantemente a nuevas superaciones de nuestro proyecto pedagógico.
Es por esto que la metodología en esta etapa ha de ser global, centrada en el niño respetando las peculiaridades de su forma de aprender. Con una organización que aproveche su dinamismo vital, su curiosidad e interés.
Por lo que en nuestro “quehacer” diario:
· Partimos del reconocimiento del niño y la niña como persona y del reconocimiento de los múltiples lenguajes a través de los cuales se comunica.
· El adulto actúa como “compañero” que le sigue en su crecimiento y como mediador con el mundo que le rodea (le apoya en sus actividades, le anima a investigar las cosas, organiza el espacio y los materiales...).
· El juego, la experimentación y la creatividad están presentes en la vida diaria de la clase (los niños manipulan, observan, deducen, elaboran hipótesis).
· La metodología tiene un enfoque procesual que responde a la evolución
madurativa de los pequeños, donde se recogen sus necesidades e
intereses, dando cabida a sus sugerencias y aportaciones (nada empieza y termina sino que continúa).
· La escuela será plural y compensadora de las desigualdades sociales, en la medida de sus posibilidades, por lo que tendrán cabida niños de todas las condiciones sociales existentes en el pueblo, así como niños con necesidades educativas especiales.